Todos nosotros ya desde niños muy pequeños hemos sido educadas en una
sociedad con millones de reglas (muchas de ellas una auténtica m. de reglas).
Antes de seguir quiero decir que la “m.” que puse y pondré delante de esta
sociedad de m. para mí significa una cosa clarísima: maraña, pero desde luego
que podría significar lo que todos estamos pensando. Y digo yo, si todos lo
estamos pensando, algo de cierto será. Bueno, sigamos a lo principal:
Maraña de leyes: leyes hipócritas y que casi siempre favorecen al que tiene
el poder.
Dependiendo del éxito que nuestros padres, colegios, centros correccionales,
pandillas callejeras o lo que sea, hayan tenido en publicitarnos sus puntos de
vista y lo que nosotros hayamos querido entender, elegiremos (de una manera
consciente o inconscientemente) en qué liga vamos a jugar nuestra vida.
GRAVE Y COMPLEJA DECISIÓN, que en absoluto debería consistir en dejarse
llevar. No podemos regalar nuestro destino, nuestro futuro. Al fin y al cabo
sólo tenemos una vida, que además dura lo que dura (y aunque al principio del
camino se nos hace casi infinita, según van pasando los años y vamos captando
su dimensión verdadera vemos que pronto se acaba y que fue cortísima).
Por ello, el tesoro más preciado que tenemos, no podemos dejarlo en manos
de los padres, ni profesores, ni amigos, ni enemigos, ni colegas, ni curas, ni
payasos, ni sabiondos, ni nada de nada. SI ME EQUIVOCO EN MI VIDA, EN HABER
ELEGIDO UNAS CARTAS Y NO OTRAS, DEBO EQUIVOCARME YO (y disfrutar de mi propia
equivocación, pero nunca estarme lamentando porque otros se equivocaron al
elegir mi destino por mí).
Sólo yo, adolescente, futuro adulto y futuro muerto soy quien debo
elegir qué liga quiero jugar. Y lo voy a
elegir con los colegas (buenos tíos siempre, pero drogados, asesinos, chulos,
funcionarios, macarras, chupa culos, políticos, banqueros, pijos, chonis o la
p. que los parió), o con los padres (siempre manipuladores, que no se enteran, que
quieren decidirnos nuestra vida) o con los profesores o con cualquier otro
varipinto elemento de la más rara clase.
Bueno, pues esa elección, me rodee de quien me rodee, DEBE SER MÍA y no de
ellos.
Y dicho esto, continúo:
Si nuestra educación fue realizada más o menos sin demasiados sobresaltos dentro
de lo que pretenden los valores que consideran buenos quienes nos gobiernan
(todas sus leyes y reglas en todos los ámbitos de nuestra vida) estaremos preparados para sobrevivir en esta
selva-sociedad con bastantes garantías de éxito.
Si por el contario, fuimos educados para sobrevivir apartados del sistema
socialmente aceptado e impuesto por los gobernantes, tendremos posibilidades de
sobrevivir durante un tiempo contra el sistema, pero un tiempo menor, que
dependerá de la manera en qué nos apartamos del sistema socialmente aceptado e
impuesto.
Así, si elegimos por ejemplo una opción de consumir drogas, durante un
tiempo, en el grupo en que estemos, vamos a sobrevivir bien, y sobre todo al
principio (en todo hay una luna de miel con casi todos sus momentos buenos,
luego una fase de consolidación y luego una fase terminal). Pero seguramente el
tiempo en que viviremos felices con esa opción será mucho menor que si elegimos
otra opción social (y médicamente) aceptada por la sociedad. Igual ocurre si
elegimos robar, asesinar o separarnos de cualquier manera de lo aceptado
socialmente: nuestro período potencial de respirar y vivir felices disminuirá
sensiblemente con respecto a haber elegido una opción socialmente aceptable.
Ahora bien, el caso es que para ti, las opciones socialmente aceptables
sean válidas, porque si lo son, si eres capaz de integrarte en la sociedad y
desarrollar tus capacidades para vivir en ella (con todas sus trampas y
peligros, más o menos como otra cualquier selva, tanto selvas de verdad, como
la selva en que se mueven los asesinos, drogadictos o cualquier otro
antisistema), será la mejor opción en cuanto a que una vez que te integres en
ella y logres ser feliz, podrás serlo durante mucho más tiempo (todo el resto
de tu vida, que además se verá protegida y seguramente incrementada por el
propio sistema, que así premia a los suyos y de alguna manera perjudica o “pasa”
de quienes no supieron leer, entender y luego utilizar en su propio provecho
los recursos que les da la selva en que están, con tantas lianas, agujeros,
leones, serpientes, plantas venenosas, depredadores, hienas, reptiles, ratas,
pero que sabiendo vivir en la selva, de todos esos peligros se podrá (y deberá)
obtener provecho. Igualmente en la selva en que vives (la m. de sociedad que
tenemos) hay infinidad de elementos de todo tipo (reglas, leyes y leyes y cosas
absurdas) que a una persona todavía no preparada para sobrevivir en dicha
selva, se le antojan todo peligros, traiciones y cosas de las que hay que huir
(como de las plantas y animales venenosos o peligrosos en la selva), pero que
al igual que en la selva, una persona bien preparada, podrá aprovechar y utilizar
a su favor: no hay nada malo malísimo ni nada bueno buenísimo: todo tiene cosas
buenas y cosas malas, dependiendo de quién sea y cómo esté preparado el que se
encuentra con todos esos elementos.
Las personas que van a clase (y que no se escaquean de esa primera
obligación que se les impone para hacerlos pasar por lo que el sistema poderoso
impone) ya están sometiéndose y aceptando las reglas del sistema social en que
vivimos. Suspendan o aprueben, ya están entrando a conocer las reglas de esta
m. de selva.
Luego, si son buenos estudiantes y van aprobando todas, hacen la ESO,
estudian idiomas, preparan una oposición o se apuntan a la lista del paro,
siguen metiéndose más y más en el sistema, en esta selva en la que vivimos
todos y llevarán primero unos meses (los de guardería), luego unos pocos años y
enseguida 20 años aprendiendo a vivir en esta sociedad.
Obviamente, si llevamos un aprendizaje de 20 años para vivir en esta selva,
y fuimos más o menos entendiendo lo que nos enseñaban y lo que no, parece que
la selva en que tengamos más éxito para sobrevivir será ésta y no otra. Y más
teniendo en cuenta que en esta selva hay infinidad de protecciones que nos
permiten vivir sin matarnos unos a otros y sin que abusen de mí mis iguales (el
poderoso sí que abusará cuanto le salga del gorro, como lo vino haciendo
siempre: quien puede abusa y nos joroba a los demás, y los demás nos aguantamos).
Si a los 13 ó 14 años de aprendizaje en esta selva socialmente admitida,
decidimos cambiar y meternos en un grupo nuevo (por ejemplo una pandilla con
sus propias reglas, y que pongamos que pasa olímpicamente de las leyes de la
sociedad) tenemos que aprender rápido y estaremos más expuestos a los caprichos
de los poderosos de ese grupo (seguramente no tendrá leyes que publique en
ningún boletín oficial del estado, ni administración judicial para impartir
justicia, ni otros elementos de protección que ayudan a los buenos chicos
frente a los malos). Si desde pequeñitos no mamamos ese grupo y nos hicimos más
o menos con el control, va a ser un auténtico fracaso nuestra incorporación
tardía a ese grupo, con todo lo que llevamos aprendido del otro y vamos a estar
desprotegidos ante los numerosísimos peligros que esa selva también tendrá, y
casi con toda seguridad nuestras expectativas de vida feliz se verán
drásticamente reducidas con respecto a la elección de vivir de una manera
socialmente aceptada (es decir, aceptada por el poder mayoritario actual)
Sin embargo, cada uno debe elegir lo que quiera, y no lo que quieran los
colegas, ni padres, ni madres. Y una vez que eliges ser auténtico en tu elección y no andar con
dobleces, pues si en el sistema social el castigo puede ser severo, dependiendo
del error que hayas cometido, no te digo nada si elegiste un grupo al margen de
la ley: ahí el castigo, al estar al margen de la ley puede ser el que impongan
el poderoso de turno, y no vas a tener la posibilidad de chivarte a nadie antes
de que recibas el castigo que ese poderoso de turno te ponga. Y luego será
tarde para venir a quejarte a las autoridades de la “selva socialmente
aceptable” y de la que tú decidiste alejarte.
En esta selva socialmente aceptada, si un vecino nos roba, nos mata, nos
pega, nos hace cosas malas, puedo quejarme y la justicia seguramente castigará
al malo (esto ocurre siempre, con sus fallos, pero ese siempre es siempre y cuando
no afecte al muy poderoso, que es tratado de manera diferente). Pero si estás
por ejemplo en un grupo de traficantes de drogas, armas, personas, o cualquier
otro grupo antisistema, como la pringues, posiblemente el castigo no estará
recogido en ningún código penal publicado en el BOE, sino que el poderoso de
turno te lo aplicará ipso-facto, con los peligros que ello supone para que
puedas llevar una vida feliz y larga.
Mi consejo es que sólo te integres en un grupo fuera de la ley si estuviste
viviendo y mamando de él desde pequeño y
si por el contrario estuviste yendo a clase todos los días, te va a ser más
provechoso guarecerte dentro del propio sistema social, por muy mal y
putrefacto que esté: ya se irá cambiando (eso sí, poquito a poquito, pues
cualquiera le modifica nada al poderoso enfrentándose abiertamente a él).
Los que fuimos a clase todos los día, debemos elegir la selva en la que
aprendimos a vivir, y sacarle provecho y conseguir una vida lo más feliz que
podamos, estando protegidos por el propio sistema. Y debemos apartarnos de las
selvas desconocidas, pues todas ellas nos depararán sorpresas, más o menos
desagradable en algún momento y a la larga no vamos a ser más felices sometiéndonos
a otros poderosos. ¿Qué más da que obedezcamos a unos que a otros? Bueno, bajo
mi punto de vista, siempre es mejor obedecer a quienes tienen unas reglas
escritas publicadas en el BOE que a quien pone y quita sus reglas cuando le da
la gana y no las publica.
Así, que pequeños y pequeñines, para defendernos dentro de esta sociedad, posiblemente
la mejor opción (atendiendo a las posibilidades de supervivencia más o menos
cómoda para nosotros) va a ser aceptar cuanto antes las reglas de esta sociedad
y ya intentaremos modificarlas desde dentro, pero siempre desde el propio
sistema, sometiéndonos a él y aportando nuestro grano de arena para tratar de hacer
una sociedad cada vez algo más justa, que si lo analizamos correctamente, es lo
que cada uno debemos pretender: ver al otro como a nosotros mismos. Eso sería
la justicia, humana, divina o lo que sea: “amarás al prójimo como a ti mismo”